Esta semana, en el Congrego de los Diputados se ha vuelto a discutir sobre el Sáhara Occidental, y nuevamente, el presidente Sánchez y su partido se han quedado solos frente a la inmensa pluralidad de las fuerzas políticas de este país. La semana pasada, nuestro Parlamento, el de Navarra, también volvió a vivir un debate similar. Y nuestro Parlamento lo hizo tras el reciente viaje que una delegación parlamentaria junto con representantes del Gobierno de Navarra y de la Federación Navarra de Municipios y Concejos realizó a los Campamentos de Refugiados Saharauis de Tindouf entre los días 4 y el 11 de mayo.

La reciente visita a los campamentos nos permitió conocer en primera persona la coyuntura y la realidad política, la realidad social y la realidad humana del pueblo saharaui. Unas realidades, de las que nuestro país, el Estado español, en buena medida, es responsable. A ojos de este parlamentario, los campamentos de refugiados saharauis son el infierno en la tierra. Un infierno en el que el polvo, la tierra y el calor hacen prácticamente imposible la vida a esos cientos de miles de personas que desde hace décadas malviven expulsadas de su tierra y de sus hogares. Y si la vida humana es mínimamente posible en ese infierno terrenal, en buena medida es gracias a la acción humanitaria y solidaria de los amigos y amigas del pueblo saharaui. Son infinidad las entidades que trabajan en el terreno, pero desde nuestra comunidad debemos poner especialmente en valor el trabajo de las entidades navarras, cuyo trabajo y proyectos pudimos conocer en primera persona. La Asociación Navarra de Amigos de la RASD (ANARASD), la Asociación Navarra de Amigos del Sahara (ANAS), la Asociación de Trabajadores y Técnicos sin Fronteras (ATTsF), y Saharako Cabiak – Nidos del Sahara son los mejores embajadores de la solidaridad comprometida del pueblo navarro. Con sus proyectos, estas entidades navarras garantizan la asistencia sanitaria, la educación soberana, el acompañamiento a la infancia, la distribución de agua y alimentos, o el acceso a la cultura y a la lectura a la población saharaui.

Pero tras esta evidente crisis humanitaria, se halla un conflicto político del cual el Reino de Marruecos es culpable, y del cual el Reino de España es el principal responsable. Desde la llegada de la Marcha Verde al Sahara Occidental en 1975, el Reino de Marruecos viene ocupando de manera ilegal a ojos de la comunidad internacional este territorio, con la evidente complicidad del Reino de España, que como potencia por entonces administradora no garantizó la culminación del proceso de descolonización de este territorio. Desde entonces, desde hace 49 largos años, el pueblo saharaui viene sufriendo las más cruentas persecuciones por el ocupante marroquí, viendo violados sus más elementales derechos humanos de manera atroz.

Frente a la parsimonia de la comunidad internacional y la indiferencia cómplice de los Gobiernos del Estado español, los pueblos del mundo, los pueblos dignos del mundo, y también el pueblo español y el pueblo navarro, siempre han visto en la causa saharaui una causa noble a la que abrazar de manera solidaria. Y en buena media, lo hacen gracias a los lazos indestructibles que cada verano las niñas y niños saharauis del Programa Vacaciones en Paz labran en nuestras ciudades y pueblos.

(…)