Hay árboles genealógicos para las familias, y también para las ideas. Pero no lo hay para los aleteos. Lo reivindicamos. Érase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un Bubisher que volaba sintiéndose huérfano. Sabía de otros bibliobuses heroicos, de biblioburros, de bibliomochilas en las selvas amazónicas. Pero a esa genealogía le faltaba carne, el tierno...
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