Ha sido poder leer una carta que ha enviado Marruecos al Consejo de Derechos Humanos de la ONU para confirmar lo que ya se suponía: el rey Mohamed VI enredó a Pedro Sánchez y la nueva relación entre los dos países es idéntica a la que ha habido siempre: el régimen alauita lleva la batuta y si no estás de acuerdo te va abriendo las fronteras para que vengan inmigrantes hasta que no te queda otra que ceder al chantaje. El movimiento de entregar el pueblo saharaui a Marruecos, negándole su derecho a la autodeterminación, fue un viraje suicida. Alejó a España de un compromiso histórico y enervó, como enseguida se vio, a países como Argelia. Y no se produjo en un momento cualquiera, sino cuando la escalada de precios energéticos se empezó a visualizar claramente y, lejos de poder disponer del gaseoducto argelino a un precio más que razonable, se acabó beneficiando a Italia, que se encontró con un suministro superior al que tenía y a un precio inferior al nuestro. A partir de entonces no nos ha faltado gas, pero lo hemos pagado a Estados Unidos a un precio superior.

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