De nuevo, siempre con el Sáhara. Editorial de Noticias de Navarra, por Joseba Santamaría.
Coincidiendo con el 44º aniversario de la traición del Gobierno franquista -en sus últimos días y con la momia ya camino de ser momia ahora que le toca salir del agujero- al pueblo saharaui, entonces ciudadanos españoles, y a sus obligaciones internacionales de controlar el proceso de descolonización del Sáhara Occidental, se ha celebrado estos días el 15º Festival de cine del Sáhara. Un escenario internacional de cine, cultura y reivindicación para insistir en el drama humano de decenas de miles de saharauis abandonados a su suerte en los territorios liberados en el desierto. Han sido desde su primer día de vida personas refugiadas. 44 años de historia y de lucha contra la ocupación de Marruecos del territorio de la República Árabe Saharaui Democrática. Una ocupación militar y colonización ilegales, con el expolio económico y natural de la riqueza en fosfatos, los bancos de pesca y el petróleo como principales objetivos de Marruecos. A aquella primera traición franquista le siguieron todas las demás: la de Felipe González, primero, y a partir de ahí las de los sucesivos gobiernos de PSOE y PP. Buenas palabras para los saharauis, pero sumisión y pleitesía a un régimen corrupto, autoritario y de terror. Ayer mismo el exministro Fernández Díaz, acompañado por Rajoy en la presentación de sus memorias, reconocía sin tapujos que Mohamed VI se vengó del Estado español por un incidente marítimo con la Guardia Civil, que le detuvo conduciendo una moto acuática y le mantuvo retenido una hora, dejando cruzar el estrecho a miles de personas migrantes. Ése es el nivel. Es cierto que la traición política al pueblo saharaui tiene su contrapunto en la solidaridad civil, que cada año aporta recursos económicos, ayuda alimentaria y educativa y acoge a niños y niñas. Pero la situación empeora año tras año. EEUU, España y Francia aceptan someter los derechos democráticos de miles de saharauis a la imposición de los intereses económicos y geopolíticos que maneja como arma de chantaje el régimen de Rabat y miran para otro lado ante la brutal represión marroquí. Insistir y no olvidar.