El Sáhara y Palestina son dos países unidos por la misma tragedia: su territorio ha sido ocupado y su pueblo, abandonado. Su causa es al mismo tiempo apoyada por la mayoría de la opinión pública mundial y rechazada por la mayoría de las potencias occidentales. Sus enemigos, Marruecos e Israel, son demasiado poderosos y están demasiado bien relacionados para que se hagan cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas, el derecho internacional y sus justas reclamaciones. Están hermanados por la desgracia y ahora también por la geoestrategia actual, por los conflictos de estos días en Ceuta y Gaza.