Hace justo un año José Manuel Albares suspendió “in extremis” un viaje a Argelia que debía escenificar el primer acto de reconciliación con el país tras el giro copernicano en el conflicto del Sáhara Occidental alineándose con Marruecos. Doce meses después, el viaje cuya cancelación Albares vendió como un aplazamiento no está en la agenda, según podido saber El Independiente. El ministro sigue sin ser bienvenido en Argel.
Se le multiplican los frentes
Un año después, la posición del ministro no sólo sigue siendo precaria en el norte de África. A ese contencioso Albares ha unido otros frentes: el interno, con la carrera diplomática cada vez más incómoda con su sucesión repentina de ceses de embajadores, o la colisión ahora con la diplomacia europea. Albares maniobró para tratar de parar la designación de la española Belén Martínez Carbonell como Secretaria General del Servicio Europeo de Acción Exterior, la número dos de la alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la estonia Kaja Kallas.
Albares ha creado ya una situación insostenible con la nueva jefa de la diplomacia europea
Las tentativas de Albares, que Kallas ignoró, son -a juicio de este interlocutor- “una burla a la llamada política feminista, pero es también un atentado a nuestro compromiso europeísta como país, y una torpeza mayúscula en el inicio de la nueva Comisión, cuya vicepresidenta y alta representante está llamada a representar a los veintisiete estados de la UE en los próximos cinco años, y con la que ha creado ya una situación insostenible”. Ese choque recuerda al que Albares mantiene públicamente con la Casa Real a propósito de su jefe Camilo Villarino, a quien el ministro vetó como embajador español en Moscú y Josep Borrell repescó para acompañarle en Bruselas.
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